Un grupo de soldados, de permiso en Nueva York, acude a una cantina, una especie de sala de fiestas pensada para su esparcimiento antes de marchar al frente. Allí un grupo de voluntarios, sobre todo femeninos, y muchas artistas, colabora en el esfuerzo de guerra entreteniendo a los soldados. Las estrictas normas del local impiden intimar con las chicas, pero eso no impedirá que más de uno descubra el amor. Ellas admiran en ellos el valor con que afrontan su participación en la guerra, y ellos a su vez encuentran en ellas la ternura, una especie de segundo hogar.
Frank Borzage dirigió este melodrama musical y patriótico, en que la trama argumental mínima sirve para encadenar canciones y números cómicos y de variedades, y mostrar el orgullo de luchar por el propio país. Y dentro de las limitaciones de este esquema, la película funciona y fue un éxito en su tiempo. En su línea propagandística, aparecen soldados aliados de muchas nacionalidades, incluso chinos, para hablar del esfuerzo común. Y se contó como invitados con muchos artistas de la época haciendo de sí mismos, cerca de ochenta, algunos tan populares como Benny Goodman, Ralph Bellamy, Katharine Hepburn, Harpo Marx, Tallulah Bankhead, Merle Oberon, Paul Muni, Xavier Cugat... Hay que señalar además que es el único film que permite ver en la pantalla a la célebre actriz de teatro Katharine Cornell, en una escena deliciosa en que interpreta con un soldado una pasaje de 'Romeo y Julieta' en la cola de servir la comida.
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